viernes, 15 de agosto de 2008

La múscia amansa a casi todas las fieras

El sol está empezando a ponerse y se encuentra justo en esa altura que odiamos los conductores y es capaz de sacar matices de color distintos en todos los objetos cotidianos. La tarde no está siendo calurosa, se está bien en el porche. De vez en cuando pasa un coche que rompe el silencio del canto de los pájaros, los ladridos lejanos de un perro y de la sorda compañía de la radio. Precisamente, ha terminado una canción titulada "Sevilla". Esto me hace recordar las tardes que pasaba mi hermana mayor estudiando en la salita que daba al patio interior de la casa de mis padres, sobre la mesa blanca plegable de madera que llevábamos allí desde la cocina muchas tardes. Ella decía que estudiaba, pero mis recuerdos son distintos, ya que lo que mejor sabía hacer era decirme "que no juego, que me dejes que no voy a jugar". Entonces no lo entendía y no es que ahora lo entienda mucho más, pero un poco si.

Esto me ha llevado a pensar sobre los recuerdos e influencias que tiene sobre mi la música. Siempre me ha gustado, pero nunca me he considerado un melómano. Lo que si es cierto es que cuando escucho esta u otra canción, generalmente me trae recuerdos, en ocasiones buenos y en otras ocasiones, menos buenos. Es increíble como puedes transportarte a un sitio escuchando "La raja de tu falda"o a un momento cuando suena una melodía de La oreja de Van Gogh. La música también tiene la capacidad de cambiarme el estado de ánimo, sin que tenga por qué tener relación con lo que esté haciendo o sucediéndome en ese momento. Hay ocasiones, cuando voy a trabajar desde Córdoba a las seis de la mañana, en las que a mitad del camino me pongo a cantar a voces en el coche y llego al Centro con un subidón de adrenalina que ni yo mismo se explicar. También sé que música es la que no debo escuchar cuando me encuentro un podo decaído, porque me acentuaría más ese estado anímico.

Conclusión: Casi siempre tengo la música conectada, por lo cual es fácil que cuando me ocurra algo este sonando alguna canción. Esto me hace darme cuanta de que muchas de las cosas que asociamos a acontecimientos de cualquier tipo, no son ni buenas ni malas, sino que quedan manipuladas en nuestro subconsciente dependiendo del momento al que lo hayamos asociado, bueno o malo. Que injustos podemos llegar a ser con las cosas que nos rodean sin que estas tengan ninguna culpa. Lo malo es que hay ocasiones en las que no son solo cosas, sino también personas

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jaja es verdad esa radio siempre sonando ke buenas partidas echamos a su son verdad? por cierto soy juan.

lalo barra dijo...

...si,si,si...la música amansa a las fieras...pero no las asusta... y si no que se lo digan a mi amigo el "gran buda"...que a son de buena música ha sabido guardar bajo la peana de sus piernas cruzadas ya sabes que....!que susto se llevó mi pobre hermana!... bueno pero la música, bien entendida, es la mejor terapia para la "domesticación" de firas, fierecillas y jugadores de "continental"...aunque se convierta en solo un rumor la musica siempre esta en el horizonte del silencio..¿verdad?