jueves, 28 de agosto de 2008

Triste hipocresía

Os pido disculpas por escribir sobre un tema tan triste como el que me embarga desde ayer. Cuando llegué al trabajo, mis compañeras me dijeron que había fallecido la madre de, además de una compañera, una amiga. Sin que dejase de ser una noticia esperada, conmocionó al colectivo. Por la tarde era funeral, al que acudimos casi todo el colectivo y, aquí, es donde me enfadé.

Después de más de cinco años trabajando codo con codo con todos mis compañeros, sabes de sus disputas, diferencias, preferencias, amistades y enemistades. Por eso, cuando vi a ciertas personas en la iglesia que no pueden ver ni en pintura a la compañera en cuestión, me invadieron un cúmulo de sensaciones como rabia, asco e incluso, casi desprecio... Ver como, gente que no se soporta, acude a hacer un papel delante de los demás sin más objetivo que la apariencia y que luego puedan mirarle a la cara a la afectada. Triste hipocresía.

Conclusión: Creo que todos, en un momento u otro de nuestra vida, hemos sido o somos algo hipócritas, mandados por la sociedad o por no hacer daño a gente que de verdad nos importa. Pero, de ese rato que tienes que pasar y guardar la compostura, a ser un falso, hay una gran distancia. Hay cierta hipocresía "aceptable" o "tolerable", pero a la que me refiero en este artículo, es esa hipocresía detestable y que de verdad te muestra a las personas. Lo principal es ser sinceros con nosotros mismos y no hacer daño a los demás.

martes, 26 de agosto de 2008

Gracias por existir...


Sin duda, la vida se puede comparar con un barco. Hay algunas ocasiones que tienes el viento a favor y algunas ocasiones en que las tempestades son las que mandan en el mar. Hubo una travesía en la carta de navegación de mi vida en la que tuve que tomar el mando de mi barco cuando las marejadas eran continuas. Parecía que el barco no dejaba de zozobrar, sentía que me habían rajado las velas y, de repente, empecé a escorar. Fue en ese momento en el que agarré el timón con fuerza y puse rumbo a los mares el sur... Estoy seguro de que ha sido la mejor decisión de mi vida.

No se puede comparar con nadie que haya conocido. Es una persona increíble que me ha dado la estabilidad que cualquier barco necesita. Por ella, mi cuaderno de bitácora está repleto de momentos inolvidables... La sinceridad es un pilar fundamental de su personalidad y la capacidad de lucha y superación es su bandera... La integridad de su persona es, sin duda, la base de quilla más firme para cualquier travesía. Soy capaz de zambullirme en el mar más brava y tempestuosa por seguirla, ya que es el faro que me hará llegar siempre a buen puerto. No se puede explicar con palabras lo que siento cuando estoy junto a ella, ya que me da paz, estabilidad y confianza... pasión, cariño y calor... fuerza, determinación y coraje... al fin y al cabo, me da vida.

Gracias cariño, por confiar en mi, por intentar entenderme cuando hago lo que hago, por acompañarme y apoyarme en mis decisiones, por aguantarme cuando estoy inaguantable, por quererme como soy y no intentar modelarme a tu criterio... por ser sincera y decirme mis defectos, por quererme también por ellos, por dejarme entrar en vuestra vida y compartirla sin reparo... Gracias por existir

lunes, 18 de agosto de 2008

La noche


Cuando el cielo se pone rosa pálido y los pájaros hacen sonar las hojas de las palmeras con sus juegos de reunión, cuando las chicharras empiezan a apagar su melodía denunciante y la humedad se apodera de la hierba, cuando el jornalero abandona la siega y los animales se buscan para dormir, llega la noche con su brisa fría y sus tinieblas escurridizas.

Es la noche la que hace florecer las facetas más ocultas de las personas; los serios se desmelenan, los simpáticos se cansan de serlo, los tranquilos se revuelven, los sinceros mienten... La noche tiene un silencio que ruge por hacerse escuchar, un silencio que grita para no ser ignorado, un silencio olvidado por miedo, miedo de escuchar la realidad, que no es otra que escucharse a uno mismo.

Sin embargo, es bondadosa;
nos ofrece su manto de estrellas para que nos resguarde en nuestros sueños;
nos ofrece los rincones oscuros para... lo que el deseo, la imaginación y la compañía nos permita realizar;
nos ofrece complicidad, anonimato y cobijo;
nos ofrece ser quien somos de verdad y no nos pide nada a cambio...

Por eso la noche fascina, atrae, embruja, imnotiza... atemoriza, engaña, manipula, oculta... Sé que la noche es mía, me siento a gusto en sus brazos, la llamada de la luna siempre me ha tenido atrapado, porque de verdad creo, siento, que su influencia sobre mí es notoria, clara e imprevisible. Hay que saber encontrar nuestro lugar en la noche, hay sitio para todos, pasa y busca el tuyo

viernes, 15 de agosto de 2008

La múscia amansa a casi todas las fieras

El sol está empezando a ponerse y se encuentra justo en esa altura que odiamos los conductores y es capaz de sacar matices de color distintos en todos los objetos cotidianos. La tarde no está siendo calurosa, se está bien en el porche. De vez en cuando pasa un coche que rompe el silencio del canto de los pájaros, los ladridos lejanos de un perro y de la sorda compañía de la radio. Precisamente, ha terminado una canción titulada "Sevilla". Esto me hace recordar las tardes que pasaba mi hermana mayor estudiando en la salita que daba al patio interior de la casa de mis padres, sobre la mesa blanca plegable de madera que llevábamos allí desde la cocina muchas tardes. Ella decía que estudiaba, pero mis recuerdos son distintos, ya que lo que mejor sabía hacer era decirme "que no juego, que me dejes que no voy a jugar". Entonces no lo entendía y no es que ahora lo entienda mucho más, pero un poco si.

Esto me ha llevado a pensar sobre los recuerdos e influencias que tiene sobre mi la música. Siempre me ha gustado, pero nunca me he considerado un melómano. Lo que si es cierto es que cuando escucho esta u otra canción, generalmente me trae recuerdos, en ocasiones buenos y en otras ocasiones, menos buenos. Es increíble como puedes transportarte a un sitio escuchando "La raja de tu falda"o a un momento cuando suena una melodía de La oreja de Van Gogh. La música también tiene la capacidad de cambiarme el estado de ánimo, sin que tenga por qué tener relación con lo que esté haciendo o sucediéndome en ese momento. Hay ocasiones, cuando voy a trabajar desde Córdoba a las seis de la mañana, en las que a mitad del camino me pongo a cantar a voces en el coche y llego al Centro con un subidón de adrenalina que ni yo mismo se explicar. También sé que música es la que no debo escuchar cuando me encuentro un podo decaído, porque me acentuaría más ese estado anímico.

Conclusión: Casi siempre tengo la música conectada, por lo cual es fácil que cuando me ocurra algo este sonando alguna canción. Esto me hace darme cuanta de que muchas de las cosas que asociamos a acontecimientos de cualquier tipo, no son ni buenas ni malas, sino que quedan manipuladas en nuestro subconsciente dependiendo del momento al que lo hayamos asociado, bueno o malo. Que injustos podemos llegar a ser con las cosas que nos rodean sin que estas tengan ninguna culpa. Lo malo es que hay ocasiones en las que no son solo cosas, sino también personas

miércoles, 13 de agosto de 2008

Golpes bajos...

"El ser humano... es extraordinario". Nos ponen un anuncio, como otro cualquiera, en el que la marca Acuarius nos habla de una radio, "La colifata", que utilizan como terapia para un manicomio. Es una de las pocas veces en las que estoy de acuerdo con un anuncio. Sin duda, el hombre es extraordinario. Y cada día lo puedo ver y corroborar. Debido al trabajo que realizo, veo como todos los días, sin esperanza de mejoría, cerca de un centenar de personas se enfrentan a un nuevo día con alegría y valor. Saben, en su mayoría, de su problema... lo conocen y asumen, pero aún así, nunca pasan por delante de mi despacho sin darme los buenos días... no os podéis imaginar como puede reconfortarme cómo se les ilumina la cara cuando les contesto con una sonrisa y siguen su marcha felices. Entonces piensas en esas personas que son infelices porque les falta el televisor de plasma, el coche potente en el garaje que no tienen, la ropa del cocodrilo que tiene el compañero de la mesa de al lado, la mísera cultura del materialismo.

Evidentemente, cuando empecé con este trabajo, me resulto muy duro ver como personas, con sentimientos como todos, necesidades como todos y vicios como casi todos, estaban atados sin escapatoria a un aparato en ocasiones torturador como es una silla de ruedas. Pero con el tiempo, dejé de ver las sillas de ruedas, las camillas, las muletas... y empecé a vislumbrar a las personas que había en ellas. Como todas las personas que conocemos a diario, las hay buenas y malas, con buen corazón y mala ideas, con intenciones honestas y con la maldad como ese brazo prolongado de la frustración. Este fue el momento en que me di cuenta de que un minusválido (lo que hoy en día se llama "persona dependiente"), con todos los prejuicios que tiene la sociedad en la que vivimos, no son más que personas como cualquier otra (algunos nos llaman "verticales").

No hay cosa que más les moleste que se sienta pena de ellos. Es una rebeldía que parece que va asociada a la enfermedad. Lo malo es que hay un pequeño porcentaje de ellos que lo explotan de una forma descarada, pero por desgracia, la fama hace que paguen justos por pecadores. Evidentemente, al no estar acostumbrados a tratar con personas que van en una silla de ruedas, en un principio nos causa cierto recelo y miedo a lo desconocido, por eso creamos una barrera involuntaria y en cierto modo agresiva. Lo podemos comprobar cuando nos encontramos de repente con una persona que tiene una mano de plástico o una pierna protésica, no podemos evitar mirarlos de reojo como diciendo en silencio "mira ese, la mano es de plástico". En pocas ocasiones nos damos cuenta de que esa persona siente como se le clavan tus ojos a la altura en la que tienen el muñón.

Conclusión: las personas con minusvalía, no son más que personas que tienen a continuación de la palabra persona la preposición "con". Cuando paseo por la calle y veo a una persona que tiene cualquier tipo de minusvalía, por supuesto que en un principio la miro, pero a continuación dejo de mirarla porque no es más que una persona como cualquier otra con la que me he cruzado anteriormente. Aunque parezca duro, en la mayoría de la veces, por no decir todas, la indiferencia hacia ellos es lo que les hace sentirse realmente integrados. Con esto no quiero decir que no se les ayude, sino que sólo hay que prestarles atención cuando realmente lo necesitan y no cuando creemos que la necesitan. Su orgullo les hace pasarlo mal, pero con la pregunta mágica, todo se soluciona... "¿Necesita que le ayude?". Generalmente, las personas con minusvalía tiene la misma capacidad y mayor voluntad que cualquier persona con valía.

martes, 12 de agosto de 2008

Maravilloso verano... (2)

Cuando llegamos al pueblo, lo primero que nos llama la atención es que hay pocas cosas que recordamos que estaban ahí, a la vez que empezamos a disfrutar de pequeños detalles que despiertan en la memoria residual y selectiva que nos hace disfrutar comentándoselo a los más pequeños: "En esa piedra nos subíamos tu tío Eugenio y yo cuando éramos pequeños". Se lo cuentas con un tono de ilusión que a la vez busca la sorpresa y la inquietud en la cara del niño, pero este te mira con expresión indiferente sin quitarse los cascos de mp4.

El primer problema llega en el momento en que entras en casa de la abuela. El corral que hay en la parte baja de la casa desprende un olor poco agradable y como la casa está preparada para ellos dos, distribuir todos los bártulos resulta cuando menos una odisea. La señora empieza a torcer la boca, pero se calla. Una vez instalados y tras haber fingido escuchar al abuelo todas las novedades sobre la huerta, sales a recorrer las calles de tu infancia y los olores de los veranos de la niñez. No te das cuenta, pero de pronto te encuentras solo en tu mente paseando por las calles del pueblo. Lo primero que ves es una regadera por la que corre el agua, con un acceso de tierra que termina en unas lanchas pulidas de tanto lavar la ropa, hace más de 25 años. Es la misma regadera en la que preparabas con tu hermana comidas en unos calderitos marrones a base de agua, tierra y todas las hierbas que había alrededor. La sensación de añoranza te invade y cierta tristeza del tiempo pasado recorre tu espalda. Entonces regresas a la realidad con la impaciente llamada de tu hijo y comienzas a subir la calle que sube a las acacias. Los recuerdos te asaltan incesantemente y esta vez los compartes de otra forma, más sosegada, con los tuyos, que poco a poco se van animando e intrigando con tus experiencias.

Entonces llegan los tópicos: "Es que como el aire del pueblo no lo encuentras en ningún sitio" Claro que no, olor a corral y al dulce aroma que han dejado unas vacas al pasar por una calle. "El tiempo parece detenerse" Nadie te ha avisado que el reloj del ayuntamiento lleva tres meses parado en las 12:47. Pero aún así, te invade un aire de optimismo en el momento en que empiezas a planear los sitios que vais a visitar en los próximos días: la plaza del pueblo de al lado, el río que pasa diez km. más al este, la garganta que crean las rocas en tal pueblo...

Cuando han pasado los diez días que teníais previstos estar en el pueblo, haces las maletas con la sensación de haber aprovechado más los momentos, ya que tu señora al final ha disfrutado y se ha maravillado al conocer una parte de tu vida escondida y los niños se van con sensación de pena, debido a que empezaban a cogerle el aire a los días y a disfrutar de sus andanzas. Han sido unas vacaciones maravillosas en las que, por primera vez desde hace mucho tiempo, has estado realmente con tu mujer y con tus hijos, has reído con ellos y lo más importante... has compartido sensaciones y vivencias que os lleváis todos en la retina y el corazón... El año que viene ya sabes donde vas a ir de vacaciones... o no.

Conclusión: Creo que a todos nos ha pasado en alguna ocasión que los viajes inesperados, así como otras muchas actividades, son las que mejor salen y en las que mejor te lo pasas. Tener una vida tan programada y cuadriculada no da lugar a la sorpresa, a la variante, a lo inesperado... situaciones que hacen aparecer a quienes somos realmente... Vida solo hay una y nunca debes permitir que nadie la viva por ti.

lunes, 11 de agosto de 2008

Maravilloso verano...

Finales del mes de mayo... Las tardes son cada vez mas largas y el solecito a través de la ventana del trabajo indica que la terraza con sus cervezas fresquitas está esperándote. Ese es el momento en el que empiezas a darte cuenta de que el verano está a la vuelta de la esquina... Entonces recuerdas las maravillosas vacaciones que pasaste el año pasado en las tranquilas y casi desiertas playas de Fuengirola, donde los paseos por la orilla son momentos de meditación sin ruidos de niños corriendo, gritando, chapoteando... Entonces también recuerdas que prometiste que no volverías a pasar un verano así, madrugando para coger sitio en la playa, luchando por encontrar una mesa en el chiringuito, y recorriendo cerca de medio km. desde el apartamento cargado con las sombrillas, las neveras, la bolsa de la playa, el churro para el niño y la colchoneta para la niña, las sillas para ti, la mujer, la suegra, el cuñado, la cuñada y el sobrino de 27 años... Vamos, que al tercer día estás loco por volver al trabajo.

Pero llega ya el mes de junio y con él, las notas del colegio de los niños, con su consiguiente enfado, riña y vuelta a lo mismo. Y cuando quieres darte cuenta, la señora está hablando con su hermana para determinar el día que van a ir a veros a la playa, momento en el cual en que te enteras que de nuevo vas a ir a la playa... otra vez. Y recuerdas el sufrimiento del año pasado, sientes como empieza a a correr un sudor frío por la espalda y tu rictus se tensa. La sangre se va acumulando en el rostro como si fuera una olla expréss y por fin, después de doce años de sufrimiento, explotas y dices: "Cariño, este año nos vamos al pueblo"... La tensión se palpa, se puede cortar, las miradas son una mezcla de ira y sorpresa, ya que es la primera vez que te has atrevido a llevarle la contraria. Pero para sorpresa del universo, ha accedido, después de echarte en cara que habéis perdido los 300 € de fianza.

La señora está tan desorientada que no tiene ni idea de qué poner en la maleta. Tras 5 horas de viaje, las típicas frases de "cuando llegamos?", "falta mucho?", dar la vuelta en la misma glorieta dos veces y preguntar a un pastor medio dormido, por fin llegas al pueblo... Ese pueblo en el que pasaste los mejores y únicos años de tu infancia... Pero de eso, ya hablaremos en otro momento.

Conclusión: Por qué, durante tantos años, las familias españolas se han dejado llevar por el snobismo del veraneo en la playa, aunque sea amontonados como ovejas, escuchando las conversaciones de las tres familias que están a tu alrededor, y no por la búsqueda del descanso, la tranquilidad, la paz, el conocimiento, ya no solo cultural, sino personal? Por qué no hace la gente lo que realmente desea en lugar de lo que se espera que haga? Con lo bonito que es ser uno mismo...

domingo, 10 de agosto de 2008

Un tio normal

Bienvenidos a lo que se puede considerar mi pequeña habitación privada. Espero que nos podamos entretener y conocer con la sana intención de divertirnos, escaparnos de la cruda y áspera realidad y poner en nuestras vidas un toque salpimentado de paz y tranquilidad.

Muchas gracias por venir y podeis ir cogiendo asiento...