El puente de San Rafael ya ha terminado... Esperábamos este puente casi con fervor, ya que se esperaba muy buen tiempo (y así ha sido), llegábamos sin preparativos estresantes y, principalmente, nos esperaba el tan esperado comienzo de la temporada de las MIGAS... Ese perol lleno del pan humedecido con cariño la noche anterior, los ajitos y pimientitos frititos con el calor de la lumbre d la cocinilla, los torreznitos y choricitos por los que me peleo con Juanillo... Durante los quince días anteriores, desde el puente del Pilar, se había anunciado que para este sábado se iba a inaugurar la temporada de migas de los Lalos. Es más, las migas no iban a venir solas... también iban a venir a tan esperado inicio de temporada Javier y Pablo, los granainos, los ya no desconocidos amigüitos de mis cuñaos...
Pero no ha sido posible... para mi desgracia, un repentino cambio de planes de última hora dio al traste con la segregación gástrica que venía haciéndome feliz, con la velada deseada en la que conocer a nuestros nuevos amigüitos... la tristeza y desesperanza se apoderó de mi, la angustia era el norte de mi brújula, hasta que mi estupenda mujer entró en acción, con un plan alternativo para apaciguar mi desazón. Tras largas llamadas telefónicas y usar antiguos contactos reservados para los momentos especiales, conseguimos para ese mismo sábado, una mesita para dos en el restaurante "La ermita", con el único menú de "Migas tostadas personalizadas al aroma de los Pedroches". La cita, además de romántica y nutritiva, resultó perfecta, ya que el entorno y la partidita de billar que jugamos después en compañía de nuestros vecinos, hizo del sábado perdido un sábado muy recuperado y entrañable. Solo me quedó el regusto del compromiso incumplido, pero bueno, otro sábado será.
Hace 1 semana