
- Hola, buenas tardes, venía a poner una reclamación.
- ¿Una Reclamación?
- Si, le explico... Yo nací, en su momento, hace 39 años... Hay que ver, hace 39 años ya... Pero bueno, a lo que iba, yo nací y, en su momento, no me explicaron ni me dijeron como tenía que actuar. Pero estaba mi familia, la cual, mejor que peor, me fue dirigiendo y corrigiendo en mi infancia, por donde tenía que circular mi vida para llegar a ser lo que soy. Cuando llegué a la adolescencia, la vida se fue complicando poco a poco, como a todos los adolescentes, pero como los cimientos estaban bien fraguados, los problemas fueron los menos. Estos me ayudaron a crecer para ir fomentando mi personalidad y mi forma de ver la vida. Me pude equivocar, puede que si, o puede que no, pero mis decisiones me afectaban a mí y solo a mí.
- Disculpe, pero es que esta cola es muy larga y no tengo tiempo para que me cuente su vida, así que, vaya al grano, por favor.
- Si no le explico las cosas como son, de verdad, no podrá entender porqué pongo esta reclamación, así que por favor, no me interrumpa.
- De acuerdo, pero abrevie.
- Gracias. ¿Por donde iba?.. Ah, si, ya recuerdo. Después de mi adolescencia, conocí a mucha gente y viví en distintos lugares, hasta que conocía a mi actual pareja, con la cual he tenido el placer de disfrutar de dos niños estupendo, uno su hija y el otro mi hijo. Pero aquí es donde viene el problema y donde quiero poner mi reclamación.
- Lo siento señor, pero lo entiendo. Me dice que ha tenido una infancia normal, como cualquier otro niño, una adolescencia normal, como cualquier otro adolescente, una vida normal, como cualquier otro adulto, ha sido bendecido con dos criaturas cuando muchísima gente no puede contarlo... Entonces, ¿qué reclamación quiere poner?
- Muchas gracias, pero todavía no he contado toda mi historia. A mi hijo, desde el momento en que llegó, le he dado todo mi cariño, me he preocupado por él, he pasado más de una noche en vela por sus preocupaciones, que son las mías, he dejado de hacer muchas cosas que me apetecían a cambio de su felicidad, me he sacrificado por su bienestar, casi he renunciado a mi vida por la suya y aún así, las cosas parecen que no han salido bien, por eso he venido a poner una reclamación.
- ¿Quiere ir al grano? Me está cansando.
- Quiero poner una reclamación por no haberme dado el manual de instrucciones de "Como criar a un hijo sin equivocaciones y no morir en el intento".
- Mire usted, señor Camacho, hay instrucciones para instalar un programa en el ordenador, para los muebles de Ikea, para montar una lámpara, para usar una freidora... pero no hay instrucciones para alcanzar la felicidad con un hijo... Por lo que usted me está contando, ha hecho todo lo posible para que el sol salga cada mañana, para que el río fluya límpido, para que el arcoiris nos proteja con su portal, para que la felicidad sea el principio fundamental de su familia... Pero también debe entender que no está en su mano la variedad de personalidad, las influencias pasadas, el lastre del barco a la deriva... Por mucho que un faro, como usted, brille en la oscuridad más absoluta, si el barco no quiere seguir el rumbo más adecuado, las rocas son inamovibles, por lo que el barco suele encallar.
- Escúcheme señorita, he luchado por esta persona como por pocas personas en mi vida, me he dejado la piel hasta dolerme, me han dicho que me he equivocado las personas que me quieren y aún así, he hecho el camino sembrándolo de amor y cariño por donde siempre he creído que era lo más adecuado para él, por lo cual, no me diga que, aunque el faro brille mucho, el barco está condenado a encallar, no me resigno. No permitiré que el naufragio sea un hecho consumado por mucho que lo parezca. Lucharé, ya no solo por el barco, sino por mí. Si el barco tiene el destino final de masticar las rocas de la orilla, que sea porque el barco no tiene timón y no porque el faro no deje de brillar nunca.
- Perdóneme usted, pero no se da cuenta de que no le hace falta ningún libro de instrucciones? Sólo le puedo decir una cosa... Felicidades, por no dejarse vencer en la travesía, por muchas tempestades que se encuentre en ella. Y siga luciendo...