Dicen que el sentido del olfato es el que más conectado está a los recuerdos que guardamos en nuestro cerebro... y creo que es cierto, como por ejemplo te llega el aroma de un guiso y te transporta a la cocina de tus mayores o cuando te embriaga el olor de un libro nuevo y recuerdas los años en los que comenzabas nervioso el colegio.
Hay un olor en particular que nunca podré disociar de mi mente, que siempre estará ligado a unos años maravillosos de mi vida. Cuando llegué a Córdoba tuve el privilegio de pasear por la calle San Francisco el último día de marzo y el olor que desprendían los naranjos en flor solo puedo decir que embriagaron mi mente, marcando a fuego en mi corazón ese momento tan especial. Desde entonces, en todas las ocasiones que he tenido la oportunidad de pasar bajo un naranjo, ha revivido en mi ese momento y es, principalmente, ese momento el que quiero guardar en una parcela de oro dentro de mi ser.
Solo me queda agradecerte enseñarme tantas cosas en la vida y haber querido compartirla conmigo en todas y cada una de sus facetas. Tu sonrisa, la flor del azahar.